lunes, 18 de agosto de 2008

El origen de la disquetera


La veterana disquetera de 3,5 pulgadas es uno de los más fieles componentes de cualquier ordenador personal. Aunque algunos usuarios cada vez la utilizan menos, incluso nunca, resulta difícil prescindir de ella. De hecho, cuando un PC de nueva hornada no la incluye, el usuario la termina echando en falta tarde o temprano.


La historia de semejante éxito se remonta a finales de los años 70. Por aquel entonces, Sony desarrolló uno de sus muchos estándares, aunque con escaso éxito inicial. Todo cambió cuando Apple decidió incluir la unidad de 3,5 pulgadas en sus Macintosh en 1984, representando toda una novedad al ofrecer hasta 720 Kbytes de almacenamiento frente a los 360 Kbytes de los discos originales de 5,25 pulgadas. Eran los tiempos en los que los usuarios de Mac podían arrancar el sistema operativo, almacenar documentos y otras pequeñas aplicaciones desde un único disco de 3,5 pulgadas. A partir de aquí, su crecimiento fue vertiginoso y exponencial, más aún con la llegada de los discos de alta densidad con capacidad para almacenar hasta 1,44 Mbytes.

Aunque ha habido innumerables intentos para hacerla desaparecer con unidades como las ZIP de Iomega, las LS-120 de Imation o las HiFD de Sony, la veterana disquetera aguanta el paso del tiempo, aunque cada vez está más cercano su definitivo adiós. Sólo falta una tecnología que la sustituya para siempre (podrían ser los «llaveros» USB). De momento nos quedaremos con las cifras: hasta el año 2000 se habían vendido más de 70 millones de unidades y cerca de 3 billones de disquetes.

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