martes, 23 de agosto de 2016

Ciudad rusa parece salida de una película post-apocalíptica.

A pesar de que la industrialización ha permitido que los seres humanos obtengan un nivel de vida que nunca se había conocido antes de la revolución industrial, esto también sigue desempeñando un papel importante en la destrucción de nuestro medio ambiente


La belleza natural de una región por desgracia no puede competir con un equipo de demolición y una fábrica. Por ejemplo, no hay lugar en la Tierra como la ciudad rusa de Norilsk.

La ciudad de Norilsk
comenzó como un campo de trabajo para los prisioneros soviéticos en 1935. 


Las primeras oleadas de prisioneros fueron obligadas a cavar minas en las altas en las montañas de Putorana, que se sabe tienen algunos de los más grandes yacimientos de níquel en la Tierra.




El primer grupo de trabajadores fue constituido por más de 500.000 personas, y la vida era dura en Norilsk. En el primer año, al menos 18,000 personas murieron por congelación o murieron de hambre.


Norilsk se encuentra en el círculo polar ártico y está construida dentro de una zona de permafrost continuo. Las temperaturas llegan muy por debajo del punto de congelación durante el invierno. 


En el verano, la temperatura es bastante moderada, pero generalmente hay todavía nieve en el suelo en algunas zonas.


Mientras que el clima podría parecer como lo peor de vivir en Norilsk, el mayor problema de la ciudad es en realidad la cantidad insana de contaminación y los residuos industriales que produce.




Cerca de cuatro millones de toneladas de cobre, plomo, cadmio, níquel, arsénico, azufre y otras sustancias químicas tóxicas se abren camino en el aire alrededor de Norilsk anualmente. La lluvia ácida es también un problema enorme.


La contaminación es tan mala, de hecho, que la minería del suelo en y alrededor de la ciudad es económicamente viable. Esto es debido a los numerosos productos químicos que se pueden encontrar en tan sólo un puñado de tierra.


En las afueras de la ciudad son grandes áreas llenas de piezas desechadas de maquinaria y barrios abandonados. Es como caminar a través de una ciudad fantasma post-apocalíptica.


Yo entiendo que necesitamos ciertos metales y productos químicos para hacer los productos que usamos todos los días, pero esto es una locura, muy parecido a lo conocemos como post-apocalíptico.





No hay comentarios

No te lo puedes perder

© Planeta digital
Maira Gall