Científicos de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, desarrollaron un procesador que usa 30.000 veces menos energía eléctrica que los procesadores convencionales cuando está en estado ocioso, y 10 veces menos estando en modo activo.
Conocido con el nombre de Phoenix, el procesador –que aún está en etapa experimental– es capaz de funcionar utilizando 10 veces menos energía eléctrica (en modo activo) que los procesadores actuales de bajo consumo eléctrico, y 30.000 veces menos energía en modo ocioso.
Phoenix está diseñado principalmente para el uso en dispositivos electrónicos para aplicaciones clínicas, implantados en el cuerpo humano, por lo cual hay pocas posibilidades de que el procesador sea incorporado a corto plazo en computadoras de uso común.
Algunos ejemplos de aplicaciones clínicas donde el Phoenix podría utilizarse son los marcapasos que emplean los pacientes con insuficiencias cardíacas y los sensores que miden la presión ocular en pacientes con problemas en la vista.
Además de estas aplicaciones, los científicos que han desarrollado el procesador también consideran otras áreas de aplicación donde es importante contar con un dispositivo electrónico capaz de funcionar durante largo tiempo sin necesidad de recargar o cambiar sus baterías.
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