hace 15 o 20 años podían pasar dos cosas, o tenias un walkman Philiphs, Sanyo, (tenia un jefe que decía San-Yo, igual se dice así pero era la risa), en fin, que o tenias uno jerna o uno Sony, cada año mas o menos salia un nuevo modelo y parte de tu reputación escolar se basaba en poseerlo o no, dentro de la gama hubo algunos realmente míticos.
Walkman sumergible.
Este chisme no tuvo una aceptación tan grande como se esperaba, recordaba un poco a los documentales de Costeau, también se decía que no era muy recomendable meterlo en el agua, toda una contradicción.
El presunto digital, aquí se perdió un poco la magia del diseño de Sony, estos aluminizados aunque calaron fuerte se desmontaban que daba gusto, creo que hoy no existe ninguno sin la bisagra rota.
El modelo taleguero, grandes botones y todo un 4×4 de calles y playas, los auriculares son increíblemente actuales, el problema de este creo recordar era que saltaba el play con cualquier golpecito.
El “slim” de los 90, el extrafino por antonomasia, este me acuerdo que para que el play quedara enganchado tenias que pillar el walkman y apretarlo ligeramente en spanish mode.
La joya de la corona, el walkman de doble pletina, o platina, no se como se dice, este aparatejo fue toda una sensación en las excursiones escolares, el que lo poseía también a la vez se convertía en una especie de dios que podía duplicar las cintas de música, creo recordar que costaba unas 10.000 pesetas de la época, no estoy seguro pero diría que este tenia dos salidas de auricular, ideal para engatusar a las niñas.
Otro de los grandes, cambio radical de la botonera y diseño curioso para otro de los finos, este era el clásico que enganchaba las cintas a base de bien.
La versión peque, cuando algún compañero era visto con uno de estos era la risa, no se que pasaba pero una especie de fuerza maligna nos empujaba a perseguir al muchacho y darle un correctivo, sonaba muy extraño este walkman.
Creo que este fue el ultimo, las tomas verdes de auricular y una serie de misteriosos botones de control que a los cuatro días tenias que enrollar con celo, uno de los peores sin duda.
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