sábado, 31 de enero de 2009

Pruebas en el baño

Los ingenieros programadores de Google, Bharat Mediratta y Antoine Picard, unieron fuerzas en la creación de un exitoso programa para mejorar la calidad de la programación de algunos de los más famosos productos de Google, tales como Gmail, entre otros.

¿Cómo lo hicieron? Recurrieron, con gran éxito, a los inodoros y mingitorios de la compañía con sede en California. Todo comenzó en 2005, año clave en la vida de Google.

La Oferta Inicial de Acciones de la compañía en la Bolsa de Nueva York llenó los cofres con dinero fresco y permitió la incorporación de nuevos y jóvenes talentos en cantidades nunca antes vista en la compañía. El número de ingenieros programadores creció al compás de los ingresos, del valor de la acción y de la oferta de productos y servicios.

Esto trajo consigo un problema. “El crecimiento explosivo dificultó el mantenimiento de la disciplina y el foco necesario para producir productos con la calidad que pretendíamos”, dijo Antoine Picard.

“No es fácil mantener la calidad cuando estás contratando a tantos estudiantes recién graduados que no tienen gran experiencia”.

La amenaza potencial a los códigos de programación venía por el lado de un grupo de ingenieros menos conscientes de los altos estándares de calidad exigidos por la compañía. Los ejecutivos de Google apelaron a la imaginación de los empleados para solucionar el problema. Bharat y Antoine respondieron con una alternativa que probó ser altamente exitosa.

Ambos programadores son fanáticos de mantener en alto los códigos de calidad. Bharat escribe código para el Google Web Server —el corazón detrás de la home page de Google. Antoine es responsable de las herramientas internas para revisar códigos. Con su tiempo libre, formaron un grupo que se encargó de buscar formas creativas para promover el testeo (pruebas, probar) de los códigos y evitar problemas en la programación.

Inicialmente, la búsqueda se dirigió a organizar los llamados tech talks o charlas técnicas durante las cuales los expertos en testeo realizaban presentaciones a los nuevos ingenieros. Se hicieron también talleres de entrenamiento y se otorgaron premios a las buenas prácticas, tales como monitores más grandes, estacionamiento preferencial y libros gratuitos.

“El problema era que esto se realizaba una vez al mes como máximo”, dijo Antoine. “Necesitábamos llegar a nuestros ingenieros a diario”. El desafío seguía en pie: ¿Cómo hacer para que miles de ingenieros testearan cada vez más y mejor sus códigos para llegar a la programación perfecta?

Antoine recordaba un método de comunicación efectivo en sus años de universitario, cuando encontraba información sobre fiestas y otras actividades pegado en las paredes de los baños.

¿Qué tal si comenzaban a pegar láminas con tips y procedimientos para testear software? Antoine denominó el proyecto Testing on the toilet (Tot) o Probando en el inodoro. El grupo de ingenieros involucrados en la idea la consideraron buena pero dudaron de su efectividad.

“Esto era inusual, incluso para los estándares de Google”, dice Bharat. Las operaciones comenzaron a pequeña escala y clandestinamente. El grupo de ingenieros introducía sin permiso páginas que pegaba sobre los mingitorios y en las puertas de los cubículos cubriendo conceptos de testeo, incluyendo ejemplos reales de los códigos de programas de Google. Nunca faltaba una dosis de humor. “Corto pero carnoso”, tal como lo describe Antoine.

Cada episodio se abocaba a un sitio interno de Google en el cual se podía encontrar información relevante. Antoine y Bharat se dieron cuenta rápidamente de que su idea funcionaba cuando detectaron una fuerte suba en los ingresos a esos sitios.

“Ahí nos pusimos a desarrollar este concepto más seriamente”, dice Bharat. “Los ingenieros comenzaban a preguntarnos por nuevos episodios”.

Se fueron sumando personas y baños. El equipo diseñó un logo que rápidamente se transformó en una de las marcas más reconocidas internamente en la firma Google: Dos lamparitas, una roja y cabeza abajo con una cara triste que decía “Eliminar errores, apesta” (Debugging sucks) y otra verde y cabeza arriba que decía “Testear, genial” (Testing rocks).

Justo cuando el sistema estaba consiguiendo una masa crítica de seguidores fueron “descubiertos”. Otros imitadores quisieron replicar el modelo pero no siempre con causas tan nobles como mejorar el testeo de los programas.

La fiesta tuvo que suspenderse y la alta gerencia tomó cartas en el asunto. ¿Qué les dijeron? Primeramente, que sus empleos podrían peligrar si seguían entrando al baño de mujeres sin permiso. En segundo lugar, se les otorgó un monopolio total de los baños para llevar adelante su mensaje.

A partir de allí, una cantidad muy importante de ingenieros comenzó a ofrecer ideas para pegar en los baños a diario. Los nuevos ingenieros recién contratados eran reclutados para ayudar con la pegada de carteles. Aquellos ingenieros que llamaban desde India o Nueva York pidiendo contar ellos también con la información en sus baños eran reclutados para llevar adelante esa tarea en sus oficinas.

“En poco tiempo nos transformamos en los dueños de los baños a nivel mundial”, dice Bharat con orgullo.

Si un mingitorio carecía de información, Bharat y Antoine recibían quejas en forma inmediata. Algunos temas fueron recirculados a pedido del público.

Testing on the toilet pasó de ser una idea trasnochada a un icono de la cultura en Google. Muchos ingenieros ya no se excusan para ir al baño sino que utilizan frases tales como “tengo que ir a realizar una prueba”.

Un alto ejecutivo, en off the record, llegó a decir que Testing on the toilet “pasó a ser la parte más importante de mi día”.

hab

 

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